Xagoaza 2000 III Jornadas Internet en Valdeorras
-Taller de gastronomía
¡Los internautas también comen y beben...! Y nada de virtualmente...
Fue lo primero que se me ocurrió pasada la perplejidad que me produjo encontrar el tema gastronómico (lo de "restauración" es una palabreja falta de aromas apetitosos) entre las actividades de un programa dedicado a mayor gloria de Internet.
Y, realmente, no es tan descabellado; después de todo, se trata de consumir y ser consumidas: alimento concreto frente a alimento abstracto, con posibilidad de seleccionar o de elaborar el propio menú, cuya calidad dependerá, en último término, de la calidad del ser consumidor-consumido, de sus conocimientos y de sus oportunidades.
Cuando ese ser siente el deseo-necesidad o viceversa ¿cómo se autogestiona la satisfacción de dicho deseo-necesidad o viceversa? ¿pide que se lo hagan o se lo hace él mismo?.si se lo hacen ¿a quién dirigirse para hacer su pedido? ¿Se lo sirven a domicilio? ¿Le sirven el mismo producto que puede encontrar en el establecimiento especializado? ¿Quién le dará más calidad? ¿Cómo distinguir entre tanta variedad dudosa? Y ¿quién le asegura que la comodidad le va a compensar el gasto?.
Mejor se lo hace él himself. Pero, entonces, ¿por dónde comenzar? ¿Qué se le apetece? ¿Puede hacerse lo que quiera? ¿Dispone en casa de lo que precisa o ha de salir a buscarlo? ¿Mejor lo malo conocido, o lo bueno por conocer? ¿Es lo mismo cubrir la necesidad que satisfacerla? ¿Compensa la satisfacción de la necesidad el tiempo que consume? ¿Cómo decidir, cuando la oferta potencial es tan caótica y exhaustiva?
Conocimiento, disposición, posibilidades personales, calidad del consumidor/consumidora...
Mucho antes de que existiera Internet ya sabíamos que el ser humano ha sido, es y será en cada momento aquello de lo que se nutre. También sabíamos que aunque la necesidad de nutrirse es común a todas las mortales, no todas las personas lo hacen igual ni de la misma forma: los menos consumen lo que se les antoja y los más lo que pueden; son muchas las que no pueden nada y muy pocas las que saben de qué, porqué y para qué se alimentan.
Cocinar no es lo mismo que comer, aunque a veces se confunda. Comer es una necesidad que compartimos todos los seres vivos pero sólo los humanos -todos futuros internautas en potencia- utilizan la cocina como vehículo para satisfacer esa necesidad.
La cocina -quien cocina- puede hacer de/con los alimentos lo que se le pida: desde el primitivismo de "cocinar hizo al hombre" -más a la mujer- hasta la estética de la gastronomía y la ética de la alimentación responsable modernas.
Opciones torpes como comer por obligación, engullir cualquier fast-food, comer con glotonería y beber hasta la embriaguez, o asarmentarse a base de crudités macrobióticas no son imputables a la cocina sino a quien decide alimentarse así.
Desde mucho antes de interponerse Internet en nuestras vidas, el tema de la alimentación y su correlativo, la cocina, han sido motivo de interés general -y de intereses particulares- emitiendo cada cual su parecer de acuerdo con su leal saber y entender y su posición social en este office del primer mundo: La cocina de las mujeres, la que han practicado toda la vida para alimentar "a la familia y al jefe de la casa", es la "comida casera" en el mejor de los casos y, en el peor, "la que ha retrasado la evolución del ser humano durante mucho tiempo comprometiéndola gravemente" , segú voceaba Nietzsche. La cocina que los hombres comen o practican por hobby o como profesionales muy bien remunerados es arte -menor, pero arte al fin y al cabo; profesión de alto standing; tratado científico o filosófico y hasta inspiración para inventarse revoluciones...
Fourier se propone "organizar la voracidad general" que cohesionará la sociedad perfecta de Armonía, el nuevo orden social sucesor de Civilización. Los dos pilares del orden societario (de Asociaciones que hacen coincidir el interés general con el particular) son los gastrósofos -sabios ancianos encargados de dirigir y cultivar la glotonería de los niños (la segunda categoría) hacia el ideal armónico por el método de estudiar las manifestaciones de su propensión a hartarse:
"Bastará con dejar a los niños en la atracción; ésta les llevará primero a la glotonería, a las opiniones cabalísticas sobre el matiz de los sabores; una vez apasionados en este terreno, tomarán partido en las cocinas, y desde el momento en que las cábalas graduadas se dediquen al consumo y a la preparación, se extenderán desde el día siguiente a los trabajos de producción animal y vegetal, trabajos en los que el niño cocinará con muchos conocimientos y pretensiones procedentes tanto de las mesas como de las cocinas. Este es el engranaje natural de las funciones".
Siguiendo esta pedagogía alimentaria, "un niño de diez años en la Armonía es un gastrósofo consumado capaz de dar lecciones a los oráculos gastronómicos de París".
Lo difícil de conseguir estos resultados en las criaturas debe ser ese paso de Civilización a Armonía...
Con la misma fiebre de asaltar el Palacio de Invierno por la alimentación, un siglo después, en los años treinta, Marinetti deja volar su imaginación, en el mejor estilo fascistoide.
"La revolución culinaria futurista se propone el gran, noble y útil objetivo de modificar radicalmente la alimentación de nuestra raza, fortificándola, dinamizándola, espiritualizándola con la ayuda de alimentos absolutamente nuevos en los que la experiencia, la inteligancia y la imaginación constituyen un sustituto económico frente a la banalidad, a la repetición y al gasto. Nuestra cocina futurista, ajustada para las grandes velocidades,como un motor de hidroavión, parecerá loca y peligrosa para algunos anticuados acobardados y sin embargo tiende a crear una armonía entre el paladar de los hombres y su vida de hoy y de mañana. Con nosotros, futuristas, nace la primera cocina hermana, o dicho de otro modo, el arte de alimentarse"
¿Alguien dudaba de que la cocina es también plato de género?
Pero dejémos los temas polémicos para la sobremesa y escuchemos la docta voz de la filosofía en la línea de la cocina y la alimentación que intentamos practicar, toda vez que nos parece indiscutible que el arte de los fogones -o de la vitrocerámica- y el acto de comer deben regirse por la reflexión, el conocimiento y la estética "pues hemos de conservar celosamente el placer de la comida y el disfrute de ella como base de la actividad culinaria puesta al servicio de la felicidad", porque "persistir como foco de conciencia es el fin del animal y alimentarse el medio único de conseguirlo", como decía Faustino Cordón, Y Epicuro escribe, en elogio de la mesura, en todo aconsejable:
"Acostumbrarse a comidas sencillas y sobrias proporciona salud, hace al hombre solícito en las ocupaciones necesarias de la vida, nos dispone mejor cuando alguna que otra vez accedemos a alimentos exquisitos y nos hace impávidos ante el azar."
En el mismo sentido se expresa Diógenes, "el filósofo cínico portador de una intratable voluntad de decir no":
"Las copas en las que bebemos son las que, hechas con una fina capa de arcilla, no son dispendiosas. Tomemos como bebida agua de manantial, como comida pan y como condimento sal o berro. Esto es lo que yo he aprendido a comer y a beber cuando Antístenes me educaba, y no como si se tratara de alimentos despreciables, sino más bien como alimentos mejores que los otros y además susceptibles de ser encontrados en el camino que conduce a la felicidad"
Y el plebeyo Russeau dice en sus Confesiones:
"No conozco mejor comida que la de un almuerzo rústico. Con leche, huevos, hierbas, queso, pan moreno y vino pasable, se puede estar bien seguro de agasajarme".
El pietista Kant, que algo sabía de los efectos etílicos, abunda también en los llamamientos a la prudencia en la mesa:
"La intemperancia animal en el goce de la comida es el abuso de los medios de goce que pone trabas o agota la posibilidad de hacer de él un uso intelectual. Borrachera y glotonería son vicios que pertenecen a esa rúbrica. En estado de embriaguez, el hombre sólo puede ser tratado como un animal, no como un hombre; poniéndose en tal estado y atracándose de comida, queda paralizado, durante un cierto tiempo, para algunas acciones que exigen destreza y reflexión en el uso de sus fuerzas"
Mientras que Nietzche intentará hacer de la necesidad fisiológica de alimentarse una "poética" de salvación:
"Existe una cuestión que me interesa de modo especial, y de la que depende "la salvación de la humanidad" mucho más que de cualquier otra antigua sutileza de teólogo:es la cuestión del régimen alimenticio".
Finalmente, en esa necesidad de establecer el papel de la cocina y la alimentación en el equilibrio físico e intelectual de la persona, F. Cordón precisa con gran finura y sensibilidad las dos exigencias que debe cumplir la moderna cocina, con el apoyo "de la enorme experiencia encerrada en las cocinas tradicionales", para contribuir a la felicidad:
"La primera (de esas exigencias) es producir, no sólo una comida plenamente agradable, sino la comida conveniente para mantener el cuerpo, hasta la edad más avanzada posible, en el estado de plena salud necesario para el ejercicio de la facultad intelectiva cuya realización organizada, armónica, le proporciona la felicidad; la segunda tarea urgente de la actividad culinaria es extender el beneficio anterior a todos los hombres". Y mujeres, añado yo.
Naturalmente, esta práctica culinaria es un ideal al que hay que aspirar mientras se trabaja en su consecución y, aunque sepamos que no lo lograremos nunca plenamente, no debemos desanimarnos, también hay dicha en el intento de hacer realidad un proyecto deseable porque "la vida feliz es como la trayectoria bien conducida de un astro de luz cada vez más intensa que se extingue en el momento de máxima claridad", como también dijo el maestro Cordón.
Y, ahora, veamos si es posible ajustar la práctica mínimamente a la expresión teórica tan bellamente expuesta por los filósofos.
Ángeles Mas